¿Soportan mejor la fatiga los deportistas?

Empezaremos dando una definición de “fatiga”.Esquemáticamente se pueden distinguir tres tipos:
1) Fatiga ligada al agotamiento del sustrato energético oxidable: propio de los deportes de larga duración.
2) Fatiga de máxima producción de ácido láctico: propio de deportes de fuerza y corta/media duración. En este caso, el nivel de ácido láctico en sangre es tan elevado que impide cualquier prosecución de la actividad física.
3) Fatiga ligada a factores de orden psíquico.

Mientras en los dos primeros casos existe un obstáculo orgánico para continuar con el ejercicio muscular, en el último caso este obstáculo no existe.

También se da una remota posibilidad de fatiga sináptica, es decir, ligada a la escasez del mediador químico que, liberado por el nervio motor, tiene la tarea de estimular las fibras musculares.

Es preciso considerar, además, todas aquellas sensaciones, a nivel más o menos consciente, que forman parte de la sensación general de cansancio; podemos recordar: la sensación general de cansancio, sensaciones dolorosas procedentes de las articulaciones o de los músculos, sensación de hiperventilar o de sentir el corazón “latir en la garganta”.

Está claro que un deportista está bien entrenado para el esfuerzo y que, por lo tanto, es capaz de soportar mejor todos estos factores.

Un deportista también es capaz de tolerar niveles de lactacidemia más elevados que una persona normal. El aumento de ácido láctico en sangre constituye una condición de acidosis que se manifiesta subjetivamente con síntomas molestos como náuseas y vómitos.

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